> TORRE DE LAS ARCAS ( TERUEL ): El matacerdo (3)

Torre de las Arcas es un Municipio perteneciente a la comarca de Cuencas Mineras, altitud: 953 mts. Existe un castillo del siglo XIV en lo alto de una loma que domina el valle del río cabra y sobre la que comenzó a crecer esta localidad, es de planta cuadrada, de unos 20 metros de lado, con muros de mampostería que todavía conservan algunas saeteras. En un ángulo se observan restos de una torre cuadrada como elemento de defensa y protección de la puerta de acceso cuyo arco semicircular está enmarcado por jambas y dovelas de buena sillería, Parece tratarse de un castillo-refugio. La iglesia de San Miguel un templo barroco del siglo XVIII del que sobresale su altanero campanario realizado en ladrillo con una torre de cinco cuerpos, los cuatro superiores de ladrillo y decoración mudéjar. En la misma plaza, se ubica el ayuntamiento que consta de dos pisos, el inferior es de dos arcos de medio punto donde estaba la lonja, hoy cubiertos destinándose el espacio interior a centro social y bar, presenta en la fachada el escudo de la población realizado en piedra. Cuenta con unos lavaderos tradicionales, un antiguo molino harinero, un auténtico jardín botánico, la ermita de la Virgen de la Huerta y a 2 km la ermita de la Virgen de Oto.

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viernes, 8 de enero de 2010

El matacerdo (3)

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Cortada la cabeza, se le pone en posición de rodillas sobre el banco; seguidamente se le hace un corte o dos desde la nuca al rabo, según quieran el espinazo sin tocino o con él. Toma el hacha y corta las costillas a ambos lados del espinazo y, quitando éste, queda abierto el cerdo. Va extrayendo las tripas, intestinos, costillas, lomos, hígado, liviano, mantecas, etc.; luego recorta los blancos, espaldares y perniles -jamones-. Entre tanto las canastas han quedado repletas de piezas, bien diferentes unas de otras.
Le quita la piel a la cabeza, da unos cortes a la misma, así como al espinazo, y el matachín ha terminado su tarea. Limpia el instrumental, toma una pasta y copa, y a otra casa con los bártulos.
Empieza la tarea de las mujeres. Ya en el granero, y sobre el suelo o cañizo cubierto con cernaderos, extendían todas las piezas para que se enfriasen.
Seguía el lavado de tripas e intestinos; se extraía la "binza", para las morcillas, y cortándolas a trozos quedaban listas para embutir. Otra vez al granero para "esmagrar": Consiste en limpiar bien los trozos de tocino y magra que no pertenecen a las piezas, o redondeándolas sino lo estuvieran; en deshacer alguna pieza - si se tiene costumbre-, así como piezas de alguna res –oveja-, que se ha matado para ampliar el embutido, y en cortar las gruesas magras del cerdo.
Todo este conjunto de carnes y tocino se capolaba, antiguamente, con cuchillas a mano, sobre capoladoras de madera. Pronto, por familias, fueron adquiriendo máquinas para los matacerdos. Al capolar, caía sobre un barreño la carne destinada a: las longanizas; a otro la de las bueñas, formada por los riñones, lengua, livianos escaldados y por la carne cocida de la cabeza, previamente deshuesada; no faltará, en alguna casa, otra barreñada de chorizo o longaniza blanca, más la ordinaria, agregando a todas estas, al tiempo de amasarlas, las respectivas grasas y especias como canela, clavillo, pimienta, nuez moscada, ajos, perejil, anís, colorantes, picantes y la sal necesaria.
Así preparado se procedía a embutir, y en aquellos años se hacía mediante los embudos. Era de admirar la ligereza en las manos de las mujeres para embutir las carnes en las correas a través de aquellos diminutos aparatillos. Con todo, costaba su tiempo, pero había que hacerlo y bien, ya que constituía la despensa de todo el año. ¿No era esto artesanía? Posteriormente llegaron las máquinas embutidoras por todos conocidas.
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