> TORRE DE LAS ARCAS ( TERUEL ): El matacerdo (4)

Torre de las Arcas es un Municipio perteneciente a la comarca de Cuencas Mineras, altitud: 953 mts. Existe un castillo del siglo XIV en lo alto de una loma que domina el valle del río cabra y sobre la que comenzó a crecer esta localidad, es de planta cuadrada, de unos 20 metros de lado, con muros de mampostería que todavía conservan algunas saeteras. En un ángulo se observan restos de una torre cuadrada como elemento de defensa y protección de la puerta de acceso cuyo arco semicircular está enmarcado por jambas y dovelas de buena sillería, Parece tratarse de un castillo-refugio. La iglesia de San Miguel un templo barroco del siglo XVIII del que sobresale su altanero campanario realizado en ladrillo con una torre de cinco cuerpos, los cuatro superiores de ladrillo y decoración mudéjar. En la misma plaza, se ubica el ayuntamiento que consta de dos pisos, el inferior es de dos arcos de medio punto donde estaba la lonja, hoy cubiertos destinándose el espacio interior a centro social y bar, presenta en la fachada el escudo de la población realizado en piedra. Cuenta con unos lavaderos tradicionales, un antiguo molino harinero, un auténtico jardín botánico, la ermita de la Virgen de la Huerta y a 2 km la ermita de la Virgen de Oto.

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martes, 12 de enero de 2010

El matacerdo (4)

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El embutido se colgaba en el granero en las cañas o trancas, también tendido en el suelo cubierto con alguna ropa, ante el temor de que pudiera helarse durante la noche.
Al día siguiente aún quedaba mucha faena por delante. Entre tanto ya habían cocido el arroz, y sacándolo rápidamente al barreño para que se enfriase, se amasaba echándole la sangre, grasa y las especias necesarias.
El pan rallado y convenientemente cribado, se amasaba, también, con sangre, grasa y especias. Igualmente se preparaban las morcillas. Estas variedades riquísimas, una vez embutidas, se cocían a fuego lento en el caldero. Después se subían al granero y se procedía como con el resto del embutido. La masada de pan no se embutía toda, sino que se hacían "bolas" en forma de redondas no muy grandes.
Terminado todo se hacía la limpieza general de utensilios y tarros. Al siguiente día se colgaba toda clase de embutidos y se procedía; si no se había realizado, a salar todas las piezas del cerdo, quedando amontonadas y tapadas con ropas para que tomasen bien la sal. Toda la faena había costado uno, dos o tres días, según circunstancias de tiempo, animales sacrificados, personal útil de trabajo, etc.
Todavía, la dueña de la casa, al siguiente día, cumplía con la costumbre inmemorial de llevar el "presente" a los familiares y, quizás, a algún vecino. Consistía en unas bolas, una morcilla, un trozo de tocino, una longaniza, y el típico puchero de caldo con el que se cocieron las morcillas, llamado "caldo morcas". Desde luego, tomado en ayunas, servía de laxante, ante la cantidad de grasa que contenía. No faltaba quien se hacía sopas con él.
Cuando las longanizas, lomos, costillas, huesos, etc., estaban a punto de secado, se hacía la "conserva" o frito, pasando a ocupar las tinajas de la conserva. La despensa se hallaba repleta y, poco a poco, en el resto del año, desaparecería como por encanto. Y vendría el fin del año con otro matacerdo y así sucesivamente...
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